7 abr 2010

¡Què no me importa!

Te miraba y te abrazaba tan fuerte como muchas veces te pedí que lo hicieras. Te quedaste quieto y dejaste que lo hiciera. Te sentí cerca. No quería soltarte, no quería despertarme. Después de tanto tiempo podía sentirte, al fin tenía tu perfume impregnado en mi piel. Apretaba los ojos y me concentraba para no perderte; pero no funcionó, desperté. Abrí los ojos y estabas ahí, acostado en el lado derecho de la cama, con la cabeza sobre las almohadas, con tus brazos entre los mios y con los dedos de tus pies tocando los mio. Sí, estabas tocándome los dedos de los pies y no me molestaba. Es tan lindo verte dormir que no me importó haber despertado.

No hay comentarios: